lunes, 7 de enero de 2019

JEFF BRIDGES GANÓ EL PREMIO CECIL B. DeMILLE A TODA SU CARRERA EN LOS GLOBOS DE ORO 2019


En la edición 76 de los Globos de Oro, celebrada en el Hotel Beverly Hilton de Los Ángeles, la leyenda del cine merecedora del premio honorífico Cecil B. DeMille no fue otro que Jeff Bridges. Este prestigioso galardón es elegido por la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood y lo han recibido en las últimas ediciones Meryl Streep, Denzel Washington, George Clooney, Robert de Niro, Jodie Foster, Steven Spielberg o Martin Scorsese.

Jeff Bridges ha estado nominado en 5 ocasiones al Globo de Oro: al mejor actor principal por “Starman” (1984), “El rey pescador” (1991) y “Corazón rebelde” (2009), que fue el único que ganó, y al mejor actor secundario por “Candidata al poder” (2000) y “Comancheria” (2016).

Chris Pine, su compañero de reparto en “Comancheria” fue el encargo de presentar al homenajeado y confesar el honor que supuso ver en primera persona la pasión que pone en su oficio. Después del tradicional video en el que se mostraban alguno de los mejores momentos de una carrera que alcanza ya las 6 décadas, subió al escenario el gran Jeff en medio de una sincera ovación.

En su discurso tuvo palabras de agradecimiento para su mujer desde hace 45 años Susan Geston, para sus fallecidos padres Lloyd y Dorothy, para sus hermanos Beau y Cindy, a su hermano mayor le adjudicó el mérito de hacer que se interesara por el guión de un autentico desconocido, Steve Kloves, titulado “Los fabulosos Baker Boys”, para el realizador Peter Bogdanovich que dio el pistoletazo de salida a su carrera con “La última película”, para los Hermanos Coen, a los que calificó de “Maestros” y que le regalaron el personaje más icónico de toda su carrera, “El Nota”, para Scott Cooper, el realizador que le dio el papel de “Corazón rebelde” con el que finalmente ganaría el Globo de Oro y el Oscar hace casi una década, para Michael Cimino que confió ciegamente en él a pesar de todas sus inseguridades en “Un botín de 500.000 dólares”, y por último citó al arquitecto norteamericano Richard Buckminster Fuller para trazar una metáfora sobre los pequeños timones que ayudan al timón principal para que un gran barco zarpe. Bridges dijo que “Todos somos pequeños timones que podemos cambiar el rumbo del barco y llevarlo donde queramos” y cerró su discurso celebrando la vida al grito de “¡estamos vivos!”

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